Y bailé contigo

No recuerdo cómo llegué, pero lo recuerdo todo: la hierba bajo mis pies, las flores mostrándome el camino, el viento en mi rostro mientras corría por el bosque. No podía llegar tarde porque me esperaban para el Gran Baile de las Hadas. Ellas me esperaban.

Las ramas de los árboles intentaron detenerme agarrándome del vestido, rajándome la falda y destrozándome los brazos con los que apenas podía protegerme. Corrí tan rápido como me lo permitieron mis pies.

Me caí. Me rompí. Me levanté y seguí corriendo. Salí del camino y pisé las flores: sus espinas y sus colores. Regué la tierra con mis huellas sangrientas y recé por que nadie las siguiera. Ellas me esperaban a mí. A mí.

Escuché la música a lo lejos y sonreí. Los huesos de mis piernas se resquebrajaron como el cristal y la piel abierta de mis brazos quiso deslizarse hasta separarse de mí, pero yo seguí a mi corazón. Seguí la música, las seguí a ellas y te encontré a ti.

Cogí tu mano y bailé contigo ardiendo bajo el sol hasta convertirnos en las criaturas más especiales del mundo: en cenizas, en polvo de hada.

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